España, un equipo unido, contra los Estados Unidos. El número 1 del ránking FIFA frente al 14 por una plaza en la final de la Confecup. La competición que la Roja puede conquistar en el año de su debut en el torneo. Por si fuera poco premio, la Selección aspira a superar hoy en la ciudad de Mangaung-Bloenfontein, en el corazón de Suráfrica, el récord de partidos invicta (35) que comparte con Brasil, que se jugará mañana la otra plaza de finalista con los Bafana-Bafana en Johannesburgo. La cita ha levantado una expectación mundial. Un ejemplo, Fabio Capello ha viajado hasta África porque no se lo quiere perder.
Dice el italiano que el motivo de su visita es para buscar un lugar de concentración para Inglaterra de cara al Mundial. Pero los que le conocemos sabemos que está disimulando: ha hecho diez horas de avión para ver a España, que representa el fútbol en el que él nunca creyó. Otros muchos seleccionadores europeos le han pedido a la FIFA que les guarde un asiento en la final. Pero antes España tiene que salvar el escollo de los norteamericanos, que cuentan con el ánimo que les dio su arrolladora victoria ante Egipto y con el factor sorpresa que se le otorga siempre al aspirante. La Roja no puede, ni lo hará, confiarse ante un rival así. Sería un grave error.
En esto precisamente es en lo que Del Bosque ha insistido con los jugadores. Pero los futbolistas españoles no han venido aquí sólo de safari, sino que lo han hecho con el firme propósito de levantar una copa que se parece mucho a la antigua Jules Rimet, trofeo que se daba al ganador hasta el Mundial del 70. Esta Confecup no sólo le va a servir a España para preparar el Mundial, sino para dar otro golpe de autoridad ante el mundo parecido al que dio en la Eurocopa.
Porque aunque la Copa Confederaciones no está reconocida al primer nivel en España, sí que va a brindarnos la ocasión de jugar contra Brasil la final de un torneo oficial. Y desde que somos número 1 de la FIFA no nos hemos visto en otra igual. Por eso no hay que dejar pasar la ocasión, y para ello hay que eliminar hoy a Estados Unidos.
Con ese objetivo, Del Bosque volverá hoy al equipo-base que ya jugó el primer partido de este torneo contra Nueva Zelanda, a la que goleamos (0-5) en una primera parte extraordinaria. El único cambio en España será el de Piqué en el lugar de Albiol. La variación responde a la necesidad de la Selección de contar con el central que mejor domina el juego por alto. Albiol no es manco en esto, pero la experiencia que Piqué adquirió en la Premier en este tipo de juego le hace titular hoy. Eso y su sincronización con Puyol, con el que ha jugado toda la temporada con el resultado ya conocido en lo que al Barcelona se refi ere. Las preocupaciones del seleccionador son hoy dos: ese juego aéreo de Estados Unidos y su rápido contraataque.
Por si hay dudas de la ambición de la Roja, Fernando Torres, el jugador español más admirado en Suráfrica, dijo en la televisión del país que "somos todavía ambiciosos y queremos ganar mucho más. Después de 44 años ganamos la Eurocopa, ahora queremos ganar la primera Copa Confederaciones para nuestro país y el segundo título consecutivo que hemos disputado con la selección".
Goles. Los récords mueven a España. Una vez conseguido el de victorias consecutivas (ya sumamos 15) y con el firme propósito de subir el listón para hacer casi un imposible cualquier asalto al registro, hoy también hay ocasión de adelantar definitivamente a Brasil. Además, Xavi (el único jugador de la Roja que ha jugado los 15 partidos de la racha de 15 victorias seguidas) iguala hoy con 77 partidos a Zubizarreta como el jugador del Barcelona que más veces ha sido internacional con España. Y por si fuera poco, Torres y Villa se disputan entre ellos la posibilidad de acabar el torneo como Pichichi, lo que el asturiano ya consiguió en la Eurocopa aunque fuera el madrileño el que marcó el gol en la final y le diera el relevo a Marcelino 44 años después.
Hay que ganar a EE UU para pulverizar todos los récords, para seguir haciendo leyenda pero, sobre todo, para tener la ocasión de disputarle una final a Brasil y dar un golpe de autoridad mundial.
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