viernes, 26 de junio de 2009

Brasil llega a la final....pero sufriendo y con suerte

Un postrero gol de friqui convertido por Alves metió a Brasil en la final ante EE UU tras un partido deslucido, casi sin ocasiones, en el que el miedo a perder le pudo al espectáculo. A Alves, al que Maicon desplazó de la titularidad, le bastaron seis minutos de juego para demostrar a Dunga que cuando se tiene a los dos mejores laterales del mundo no se puede prescindir de ninguno, aunque ambos sean diestros: uno ha de jugar por la izquierda.

Con Dani sobre el campo, es posible que el encuentro no se hubiera visto reprimido por las severas miradas tácticas de Dunga y Santana, los dos únicos brasileños a los que les gusta más el té que la samba. Ambos pertenecen a esa escuela italo-carioca de catenaccio y ya marcaremos algún gol. El "ya marcaremos" se convierte en mucho más probable cuando arriba la tocan Robinho, Luis Fabiano, Kaká... y Alves.

España en la mente.

Nada atemoriza más que la sorpresa. Alertada tal vez por lo que le ocurrió a España ante EE UU, Brasil guardó la ropa más que nadó. En la víspera, Santana había asegurado que su equipo saldría a la ofensiva, cuerpo a cuerpo contra la canarinha. Pero Dunga no cayó en la trampa retórica. Ni uno ni otro atacaron con más de cinco futbolistas por delante del balón. El espectáculo lo ponía la grada, con Ellis Park casi lleno, la grada colorida, el frío sin calar, el trompeteo incansable de las famosas vuvuzelas. Aturdido quizá por el ensordecedor sonido, tal vez, pero sobre todo, bajo los grilletes de un marcaje individual de los de antes, a Kaká le costó entrar en juego,

En 25 minutos, apenas se contaba como peligroso un cabezazo de Mokoena. A la media hora, Kaká se encendió. Primero, un eslálom entre dos contrarios y dos tarascadas. Ramires no aprovechó su cesión. Después, Kaká prefirió culminar él una jugada similar, pero el tiro se perdió medio metro más allá del palo largo. Justo antes del descanso, el madridista chutó entre los tres palos y la detuvo Khune, el portero de goma, en una de las intervenciones meritorias que el Casillas negro (22 años, pero ya es jefe en los Chiefs, el Madrid de Suráfrica) nos regaló anoche.

Habría que escuchar las charlas de Dunga y Santana al descanso, pero seguro que ninguno gritó: "¡al ataque!". Kaká sí hizo una intentona, pero no encontró rematador. El partido sesteaba hacia la prórroga, las vuvuzelas callaron. A Parker le faltaron centímetros para tocar el gol y el cielo. Caminábamos a la prórroga cuando Dunga cambió lateral por lateral, Alves por Santos, y lo que parecía una sustitución natural fue la revolución. Sale Piolin, entra Godzilla. El culé metió el gol del triunfo y le dio tiempo de marcarse un jugadón, pero falló Luis Fabiano. Hubiera sido demasiado castigo para Suráfrica, rival de España por el tercer y cuarto puesto.

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